Sobre mi

La obra de Pepa Jordana nos seduce enseguida por el equilibrio de sus geometrías, que parecen trazadas bajo las reglas de cierto número áureo, por la naturalidad y elegancia que trascienden, y en definitiva por la sensación de paz de espíritu que emanan. Todo ello es el fruto de muchos años de trabajo —se inició en 1970 en la conocida Escuela de Artes y Oficios Artísticos de la calle de la Palma en Madrid—, en los que ha acumulado experiencias que le han dotado de un valioso bagaje y han ido enriqueciendo su personalidad, por lo que no estamos ante unas representaciones fruto de un instante de inspiración, aunque puedan percibirse así en algún momento y aunque ése haya sido su origen en algún caso, sino que han ido tejiéndose laboriosamente en su subconsciente, entrecruzando hilos metafísicos de cierta complejidad conceptual. Precisamente, por si alguna duda nos quedara de esa ardua labor previa, en la Escuela de Cerámica Francisco Alcántara de Madrid se exponen ahora, con motivo del centenario de la fundación de la Institución, junto a los de otros ceramistas, algunos de los bocetos y primeras ideas para algunas de las cerámicas de Pepa Jordana. Sus intereses artísticos son amplios, dando los primeros pasos en el mundo del arte al titularse en Interiorismo. Después siguió estudiando técnicas como grabado y litografía y más tarde recibió el título de restauradora de papel, al encontrar trabajo en ese campo. A principios de los ochenta se decantó por la cerámica tras descubrir la obra de Arcadio Blasco en una exposición en Madrid, abandonando las experimentaciones artísticas en obra gráfica y cambiando el taller de grabado por un taller de cerámica con el asesoramiento de Máximo de Pablos. Pepa Jordana ha consolidado su faceta de artista con un trabajo muy dilatado ya en el tiempo. Una vez cristalizada su vocación cerámica comenzó una etapa de aprendizaje por medio de cursos tanto a nivel nacional, como en La Bisbal, como a nivel internacional, como uno de tres meses como becaria en la Escuela de Cerámica de Shigaraki (Japón). A lo largo de tres décadas su obra ha ido evolucionando, pero manteniendo ciertas constantes, como el gusto por las estructuras geométricas de influencia arquitectónica, una de las tendencias del arte de la segunda mitad del siglo XX que han seguido grandes ceramistas españoles como Enrique Mestre, por citar uno de los ejemplos más clásicos. Por otra parte, cierto halo místico y misterioso que se desprende en muchas de las piezas de Pepa Jordana, nos la relaciona con otra de las vertientes más sobresalientes del panorama artístico de los últimos años, el Arte Conceptual. Una de las primeras cosas que más sorprende al contemplar su obra, como ya dijimos antes, son las claras estructuras geométricas, compuestas por formas cuadrangulares tendentes a la simetría, aunque tampoco faltan las composiciones de corte asimétrico, pero siempre con una claridad y un orden en las líneas. A veces las formas geométricas recuerdan a maquetas arquitectónicas, con formas expresas como puertas y ventanas, que nos retrotraen a las maquetas cerámicas de antiguas civilizaciones o a algunas más cercanas como las hispanomusulmanas, aunque en este caso están hechas con un sentido más metafórico: en la idea de la construcción como “refugio”, tal como ella lo expresa en algunos títulos, como reflejo de la protección de lo más íntimo, pero dejando siempre aberturas por las que poder expresar los sentimientos o percibir las sensaciones del mundo exterior. Otra faceta claramente constatable al contemplar sus cerámicas es la idea de monumentalidad, en el sentido que parecen pequeños modelos para reproducir en gran formato, ya sea como murales aplicados a la arquitectura, o bien como grandes esculturas ocupando el espacio urbano en plazas, glorietas o autopistas. Lo acertado de esta idea se podrá comprobar felizmente el día en el que nos podamos encontrar con estas piezas a gran tamaño. No es difícil imaginar lo espectaculares que quedarían varias de sus esculturas de “guerreros guanches”, ya sea en cerámica o en bronce -material en que también las realiza- en dimensiones de varios metros de altura. Si, en principio, una obra de tan precisas líneas geométricas nos podría parecer algo fría, no ocurre así con las cerámicas de Pepa Jordana. Ello es debido a otros factores como son el color y las texturas, que la autora ha sabido manejar con sabia maestría y sensibilidad. Con respecto al color es muy sutil, sobrio, con predominio sobre todo de blancos y negros en variadas gamas muy delicadas, con matices grisáceos y azulados, que resaltan la materia pura o en forma de engobes, dotando a las piezas de una gran elegancia. En relación con las texturas, las experiencias de Pepa Jordana en otras ramas del arte o de las artes decorativas, se ven reflejadas claramente en su obra. Así, su pasado en el mundo del grabado y en el campo de la restauración del papel se aprecia en su gusto por las láminas de porcelana que nos recuerdan a manuscritos, a veces incluso incorpora grafismos indescifrables, y al papel antiguo hecho a mano, con los bordes irregulares y las tramas dejadas por la rejilla en donde se deposita la pulpa de celulosa, además de aparecer en muchos casos pequeños filamentos. El colocar varias láminas sobrepuestas nos lleva de alguna manera a la idea de documentos formando un legajo. Otra de sus experiencias, la elaboración de tapices, la vamos a descubrir reflejada de alguna manera en las texturas de las superficies cerámicas, en donde se aprecian entrecruzamiento de hilos y bandas, en algún caso inspirado directamente en el trenzado de las antiguas sillas de enea, como vemos en una pieza titulada “ventanas”. Aquí se retrotrae al mundo etnográfico popular, influida sin duda por las experiencias en la tierra de sus antepasados, las islas Canarias, que también aparecen en forma metafórica en sus esculturas con el título de “guerreros”, aludiendo a los guanches habitantes primigenios de las islas antes de la llegada de los españoles, representados en forma casi totémica tanto en porcelana como en bronce, sugiriendo así a una aparente dualidad dada la fragilidad de la primera y la dureza del segundo. Las técnicas utilizadas son el refractario y la porcelana. El primero, sobre todo a base de modelado. La porcelana tanto en modelado como en forma de papel clay, depositándola a veces sobre superficies con texturas, que hacen de negativo e imprimen sus rugosidades en la pasta. El resultado puede ir desde la simple blancura de la porcelana a los sutiles colores de los engobes. Estas pastas son cocidas en atmósfera oxidante a temperaturas en torno a los 1260 ºC. Otra importante faceta de Pepa Jordana que no hay que olvidar, es su vocación por la didáctica, práctica que ha compaginado con la labor creadora y que ha desarrollado en dos vertientes. Por un lado en forma de clases en un centro cultural de la Comunidad de Madrid, y por otro, como galerista de arte, debido a su gran interés por la labor que desarrollan los artistas contemporáneos. En este último sentido hay que felicitarla por la puesta en marcha del Espacio Pepa Jordana, un marco incomparable, en el número 56 de la calle Núñez de Balboa de Madrid. Se trata de una apuesta por la difusión de los valores cerámicos en el complejo mundo del arte español del siglo XXI. El interior de la galería es de líneas muy puras, de volúmenes geométricos rectos, con contras tes de blancos y negros plateados, distribuyéndose el espacio en varios niveles, dos de ellos dedicados a exposiciones temporales, más una pequeña tienda donde se venden obras de artistas relacionados con la galería: Un acierto más, pues los visitantes disponen así de obra interesante para llevarse en el momento. La primera exposición con la que se inauguró la galería en noviembre de 2007, fue la del gran maestro de la cerámica de vanguardia Arcadio Blasco, que supuso todo un éxito y que la animó a seguir por ese camino. En estos pocos años se han ido sucediendo exposiciones de ceramistas experimentados, incluyendo la propia Pepa Jordana, al tiempo que también se ha apostado por otros menos conocidos, pero a los que se augura un futuro prometedor. Es interesante resaltar que, además de exponer obra cerámica, en la galería también tiene cabida la obra gráfica, en general toda obra sobre papel, como el grabado, técnica practicada por muchos ceramistas tanto en el pasado como en la actualidad. Por último, destacar que la galería ha participado en diversas ferias nacionales como CERCO, en donde figuraron algunos de los ceramistas que han colaborado en ella, incluida la propia Pepa Jordana. Demos pues la enhorabuena a una gran artista y una gran persona con múltiples inquietudes y facetas.   Abraham Rubio. Doctor en Historia del Arte.